viernes, 24 de febrero de 2017

Repitamos nuestra historia, otra vez.




Éramos dos jóvenes enamorados, con ganas de comerse el mundo. Dos jóvenes ilusionados que nos compenetrábamos la mar de bien. Disfrutaba de cada palabra que salía de tus labios, estudiaba tus gestos y memorice tu mirada.
El destino bastante caprichoso, nos puso un poco de distancia y como cada cuento tiene un fin, el nuestro no pudo ser la excepción. Nos despedimos de buenas maneras, con palabras que se me clavaban en el alma y deseándonos lo mejor. Cada uno por su lado, intentando hacer nuestras vidas pensando en el otro.
Un día ­– después de mucho tiempo- contactamos y estuvimos hablando. Tú me preguntaste que tal todo y que si tenía novio. Yo, que me faltaron cojones te respondí diciendo, todo bien, conociendo a un chico y tú me deseaste lo mejor.
¿Cómo puede desearme lo mejor? Si lo mejor es él. Con lágrimas en los ojos cerré la conversación porque no pude echarle valor, que aún recuerdo sus ojos, la comisura de sus labios y su preciosa sonrisa. Que aún recuerdo lo que podría haber sido y no fue y su particular manía de mirarse en todos los espejos que había a su paso, debía haberle dicho repitamos nuestra historia, otra vez.
- Noelia Maestre