miércoles, 29 de junio de 2016

Última carta.

Esta es la última carta que te escribo. Espero que para cuando tenga el valor de mandarla hayas comprendido cada mensaje oculto entre miles de palabras. Ojalá hayas aprendido a leer entre líneas y que de todo lo ficticio siempre hay algo real. En la mayoría de las anteriores cartas, solía haber una parte en la que hablaba de ti o de mí. Si de verdad has entendido cada palabra que escribí habrás comprendido que soy muy de impulsos –aunque eso ya deberías saberlo-, que soy muy valiente pero que al amor le tengo mucho miedo. Que soy muy cabezona – así que procura no llevarme mucho la contraria-. Que soy sincera, un poco celosa y sobre todo no me gustan las verdades a medias. Habrás aprendido que soy tímida,  que te he abierto el corazón –intenta no hacerle daño, que ya bastante ha pasado el pobre-, y que soy muy sensible por lo cual te pido que intentes decir las cosas con tacto. Habrás comprendido muchas cosas pero si te digo que yo si necesito verte casi todas las semanas supongo que eso no lo comprenderías… No comprenderías que aunque haya estado lejos siempre he sabido y me he preocupado de ti, que nunca fui valiente para llamarte en los momentos difíciles. No comprenderías que aprendí amar todos tus pedazos y que al intentar juntarlos me he cortado. Siempre espere que dieras tu el primer paso y creo que tu esperabas lo mismo por mí parte. No sé si entenderás que he vivido una guerra y creo que he ganado alguna batalla, aunque ahora como consecuencia me guste la soledad, quiero decir, más de lo que me gustaba.

No quiero decirte adiós con esta última carta, es más bien un hasta luego,  que ya me canse de esperar una respuesta que no llega pero comprendí en este tiempo que estamos hechos el uno para el otro pero quizás no para hoy.
- Noelia Maestre 

miércoles, 22 de junio de 2016

Ya no eras tú y ya nada era como antes.


La última vez que te vi marchar fue aquel día que decidiste poner punto y final a nuestra historia. Te fuiste con lágrimas en los ojos y tu vida ya nunca fue igual. Realmente pensé que esa sería la última vez que te volvería a ver pero no, aquí estabas delante de mí -igual que te recordaba–, tus ojos se clavaron en mi pupila y yo me puse a temblar maldiciendo la hora en la que había decidido salir de fiesta. Nos dimos dos besos –los más fríos que he sentido en la vida– y conversamos durante toda la noche. Eras totalmente diferente, ya no eras el chico del que yo me enamore ahora eres frío y distante todo lo contario a cuando estábamos juntos. Ahora sales de más fiesta, te juntas con otros amigos, te has mudado de casa, has cambiado el número de teléfono, tus ojos ya no brillan y hasta te vistes de manera diferente. No había nada del chico que prefería estar en casa jugando a la play, que soñaba con ser alguien grande en la vida, que su familia era su prioridad y que le brillaban los ojos cada vez que me veía. Nunca creí que en este tiempo hubieses cambiado tanto, las veces que te pensé creí que seguías siendo el chico dulce que hacía sentir a todo el mundo especial, que tus ojos seguirían brillando aunque ya no fuese por mí. Que vivirías en la misma casa porque la tenías un cariño especial –ya que allí te criaste– que habías terminado tus estudios y te habías convertido en ingeniero técnico. Me hubiera gustado encontrarme al chico que conocí, del que me enamoré pero el tiempo pasa y las personas cambian, y ambos cogimos un camino diferente y eso es lo que nos ha hecho ser como somos. Supongo que lo que me hubiese gustado encontrarme es difícil por no decir imposible. Ni te imaginas las veces que soñé con volver a verte y que algo sintieras por mí, pero ya veo que no…  Ya no eras tú  y ya nada era como antes.
- Noelia Maestre

jueves, 16 de junio de 2016

Se me ha ido de las manos.


Me encuentro llorando sobre este papel en blanco, bajo la oscuridad de la noche. Quizás estoy más sensible o puede que mi límite de fuerzas se me este agotando y necesite recargar la batería.
Estoy escribiendo por no poder gritar a los cuatro vientos este tremendo sentimiento. No sé cómo ni cuándo comenzó todo esto, lo único que sé es que me enamore de tu sonrisa y de tu vida.
Yo, que no podía quererte termine queriéndote, perdí el control de mi corazón y no veas que coraje me da el no poder controlar mis sentimientos.
No sabes lo jodido  que es verte y tener que darte dos besos cuando en realidad lo que quiero es darte un buen beso. No tienes ni puta idea lo que me duele fingir que no te amo, que solamente te quiero y disfrutar de ese instante en el cual tus ojos penetran en los míos. Deberías saber que ese minuto lo recuerdo durante meses. No te puedes imaginar lo que es tener que luchar contigo misma por lo que me gustaría hacer y lo que hago. Escribo porque no sé cómo explicar lo que significas para mí y lloro porque así me desahogo. Escribo porque se me fue de las manos esto… de QUERERTE.

- Noelia Maestre.





viernes, 10 de junio de 2016

Al borde del abismo



¿Alguna vez habéis sentido que estáis al borde del abismo? Pues  en mi vida eso es constante -se repite una y otra vez- y es que parece que no aprendo. Muchas veces he estado al filo de la navaja y me he acabado cortando y mira que me lo han advertido veces pero yo no hago caso –pues soy una cabezona-. Y es que me da igual porque las heridas siempre se curan y un día dejan de sangrar aunque la mayoría de las veces quedan marcas para el resto de nuestra vida. Al principio duele, luego ya no tanto -con el tiempo se va calmando- y al final no duele. Pero lo que siempre, siempre se queda es el recuerdo. Contigo me la juego, me pongo al borde del abismo -y eso que me han repetido miles de veces que no me convienes-, te entrego mi corazón y mi alma y lo hago aun sabiendo que jugaras conmigo y con mis sentimientos. Realmente me gusta pensar que no vas a jugar, esta vez al menos no, pero eres un aficionado y supongo que no dejaras pasar esta oportunidad. Pongo la mano en el fuego y no me quemo. No me quemo porque sé cómo eres, eres de pasar un rato con una y con otras, de ir flor en flor. Espero que algún día llegue una que te vuelva loco y ponga patas arriba tu mundo, así comprenderás como las dejas tú a ellas, pero eso sí espero que no se vaya como haces con todas. Y para ser sinceros pues no niego que me gustaría ser yo la que consiguiera llegar al fondo de tu corazón y volverte loco de remate pero creo que eso no es posible.  Pero aun así y sabiendo todo esto me la juego por ti. Si sale bien serás un presente y un futuro en mi vida y si sale mal serás un recuerdo, al menos un recuerdo.  Yo decido ponerme al borde del abismo -ya ves parece que no me canso de caer una y otra vez- así que si sale mal te pido una única cosa, coge carrerilla y con toda tu fuerza empújame hacia el fondo del abismo porque prefiero sufrir de golpe a ir cayendo poco a poco e ir sufriendo con cada embestida.
- Noelia Maestre

martes, 7 de junio de 2016

Llámame que yo no puedo.


Han pasado exactamente 31 días desde la última vez que te vi. He intentando verte de todas las maneras posibles y no ha podido ser. He pasado exactamente 18 veces por la puerta de tu casa pero no he llamado al timbre porque tu coche no estaba.  He ido a lugares pensando que podrías estar y me he vuelto desilusionada al ver que no estabas. ¿Dónde te has metido? Me tienes preocupada. He pensado exactamente 31 noches en ti. He llorado creyendo que ya no piensas en mí. He pensado todos y cada uno de los recuerdos que hemos vivido juntos y sabes una cosa... te echo de menos. Muchas veces parece que paso de ti, pero no es así es solo que decidí poner un poco de distancia porque veo que cada día te echo más en falta. He revisado tus redes sociales y veo que estas bien, comentas fotos y le das “me gusta” a un par de chicas y no veas como odio eso de que le des “me gusta” a otras y no solo a mí. He intentado llamarte pero ya has podido comprobar que todos mis intentos fueron fallidos y la verdad es que tengo miedo aunque tú no sepas el porqué. Así que si estás leyendo esto, llámame por que como ves… yo no puedo.
- Noelia Maestre.

jueves, 2 de junio de 2016

Mamá.




Somos conscientes de que las personas no son eternas pero tú deberías serlo mamá. Y deberías serlo por darme la vida, por cuidarme y mimarme, por estar ahí las 24 horas del día, por estar cuando era pequeña, por estar ahora y porque sé que estarás mañana. No sé cómo, ni de qué forma agradecerte todo lo que has hecho por mí- y que sigues haciendo- y no tengo vida suficiente para agradecértelo como te mereces. Muchas personas tienen madre pero yo tengo la suerte de tener madre y amiga en la misma persona. Gracias por enseñarme a ser como soy, por consolarme en los momentos duros, por estar a mi lado en las decisiones difíciles, por ayudarme, por aconsejarme y por muchas cosas más. Te acuerdas de estos momentos: ¿Del día que tenía que hacer unas estrellas en un papel para clase de plástica y te quedaste toda la noche haciéndolo porque a mí no me salían? ¿Todas las tardes que pasabas sentada a mi lado en la mesa del salón para que hiciera los deberes? ¿Cuándo estaba enferma y dormías conmigo? Hay miles y miles de momentos como cuando te llamaba por teléfono y venias a buscarme – daba igual donde estuviese ni la hora que fuera – o cuando me llevabas a los cumpleaños. Me encanta recordar todas las risas a tu lado y esos bailes que nos pegábamos – y nos seguimos pegando– porque tú eres lo más bonito que existe. Supongo que muchos no entenderán que no puedo permitir que te vayas sin tener que irme yo contigo. Yo te necesito aquí mama. Nunca me he atrevido a gritar algo así, pero cuando ella se enferma mi vida se convierte en lágrimas. Con ella se ha cebado la injusticia. Ella es mi debilidad y por eso aún me siguen doliendo todas las lágrimas que has derramado por culpa de otros y eso no puedo olvidarlo y mucho menos perdonarlo. Contigo la palabra felicidad se queda corta.  Somos tan orgullosos que no somos capaces de darles las gracias por todo lo que hacen por nosotros, por aparcar su vida a un lado y dedicarse a hacernos felices. Supongo que yo soy un poquito menos orgullosa que el resto, porque lo aprecio y lo valoro. Ojala que todos y cada uno de nosotros cuando ellos sean viejecitos podamos devolverles tan solo un poquito de lo que ellos hicieron con nosotros.
– Noelia Maestre