Partir no
fue la mejor decisión que pude haber tomado pero era la única opción que
barajaba mi cabeza. No fui consciente de todo lo que dejaba
atrás, de todos los sentimientos que deseaban que se fueran, que se alejaran con mi partida.
Creí que poniendo
un poco de distancia podría matar mis sentimientos hacia ti y los rencores
hacia mi persona, pero no pude estar más confundida y me di cuenta el día que
decidí regresar.
El día que
volviste a cruzarte en mi camino resurgieron los sentimientos y las dudas. Me
di cuenta que mantenía y sigo manteniendo la espinita clavada en el corazón y
el alma partida en dos. Aun me guardo rencor y creo que siempre me lo guardare, no te permití instalarte en la parte superior
derecha de mi corazón.
No sé porque
tuve que hacer tanto caso de lo que opinaran de nosotros, a ellos que más les
da, si lo único que debió importarme fue que me hacías feliz pero la verdad es
que no fue así, que pudo demasiado los comentarios de la gente.
Me
arrepiento ¿sabes? Mi corazón desde entonces te reclama, te pide una nueva
oportunidad para que le hagas latir a 300 pulsaciones por minuto. Duele ver que
tu ya estás en otra historia y yo me quede clavada en ese punto, que no logro
avanzar y mi corazón está lleno de telarañas desde que tú no estás… supongo que
ese es mi castigo por partir de esa manera.
Intento que
nada de esto me afecte pero es difícil mantener la compostura al verte cuando
antes con solo mirarte me hacías la persona más feliz del mundo, que cuando te
abrazaba no quería soltarte porque ese momento era especial y único y ahora
verte significa llorar, significa no poder evitar que las lágrimas rueden por
mi cara, y me jode ver que ya ni siquiera te puedo saludar… lo que éramos y en lo
que nos hemos convertido, como duele, duele mucho pero la culpa solo fue mía.
Espero que vuelvas y siempre lo esperaré.
- Noelia Maestre.